Papá, ¿porqué seguimos siendo del Atleti?

Hay días en los que, por mucho que se intente, cuesta sonreír. Uno de los motivos por los cuales no puedo sacar una sonrisa es por ver agonizar en vida al equipo de mi corazón, que no es otro que el Club Atlético de Madrid. Una agonía que, pese a algún momento en el que muchos creemos en una posible recuperación, cada vez es más pronunciada. Una agonía cuyos responsables se distribuyen en tres grupos: los medios de comunicación, los aficionados y, sobre todo, quienes (dicen que) gestionan el club.

Sí, suena tan directo como fuerte el señalar con el dedo a los culpables. Pero tranquilo todo el mundo, que ya estoy yo acá para aclarar y exponer dichas acusaciones. Empecemos, pues.

Los medios de comunicación

Puede que me equivoque, pero muchas veces siento que los medios de comunicación se la tienen jurada al Atleti. ¿Los motivos? Ni puta idea, la verdad. Entiendo que, al menos los diarios deportivos de la capital (no diré nombres, pero es obvio cuales son), se vuelquen con el equipo más laureado de la historia del fútbol, tanto a nivel nacional como internacional (que, le pese a quien le pese, a día de hoy sigue siendo el Real Madrid). Pero agasajar al vecino más «perfecto» no es incompatible con tratar bien al resto de equipos. Sobre todo, a aquel al que también han visto ganar torneos a ambos niveles. ¿Es que acaso los medios de acá ven como pecaminoso, repulsivo y sucio el apoyar a un equipo que no es su predilecto? A mi me ofendería, ya no sólo por ser «rojiblanco», sino por falta de educación y respeto. Por eso espero que esto que acabo de decir sólo sean suposiciones mías, y nada más lejos de la auténtica realidad.

Los aficionados

Esto puede parecer una incitación e invitación para que me apaleen y me quemen a lo bonzo, pero es que los aficionados tenemos la culpa. En especial, aquellos aficionados que dispongan de un abono (yo nunca he tenido tal privilegio, por más desgracia que suerte). ¿El porqué? Muy sencillo. Nos hemos acomodado a recibir más hostias que caricias. Es por éstas, y muchas otras cosas, por las cuales admiro a los perros. Cuando les atizan una vez, ya saben que, quien les vaya a atizar una segunda se lleva un buen bocado. Nosotros no. A nosotros nos pueden lanzar huevos y tomates, flagelarnos con una cadena que hace de látigo improvisado, violarnos sin piedad, degollarnos y volvernos a violar. ¿Y nos quejamos? Sólo de boquilla, y para decir lo mismo que dirían dos mocosos en primaria para patearse después de manera lamentable. ¿Dónde cojones quedaron nuestros valores y nuestra dignidad? ¡Es hora de reaccionar, carajo! Nada de comprar lo que ahora se hace llamar «merchandising» (en castellano de toda la vida, promocionar y vender los productos de una empresa para que ésta siga a flote), ni renovar abonos, ni comprar entradas, ni nada de nada. Sí, lo sé, con esto lo primero que se provoca es que paguen justos por pecadores, y echen a la calle al personal que más honradamente se gana la vida en el club. Pero, desde mi humilde opinión, me parece más humillante el no actuar que el actuar de esta forma, pese a que este último perjudica al sector más débil. Lo dicho, hay que reaccionar. Y hay que reaccionar YA.

Los que gestionan y dirigen el club

Llegamos al punto donde hay que ponerse la máscara veneciana y ocultar todo lo que son sentimientos e historia, para jugar un poco con el tema de la insensibilidad empresarial. Y es que no se puede dejar a un lado una cuestión tan evidente. En la actualidad, el Club Atlético de Madrid no es más que una empresa. Duele reconocerlo, pero es así. Pensando de manera lógica y racional, no hay apenas diferencia entre manejar el club y manejar una franquicia de cualquier tipo de producto. Los que, se supone, son máximos responsables proporcionan un producto, y nosotros somos el público que compra dicho producto para luego consumirlo. El problema reside en que, quienes llevan la manija de esta empresa, son unos ineptos que solamente buscan enriquecer sus arcas, sin importarles que la calidad del producto que promocionan es cada vez peor, dejando que las materias de primera calidad se las lleven otras empresas, e intentando engatusar al consumidor de una manera un poco (por no decir bastante) lamentable. Y es que, si para cualquier empresa lo más importante son los clientes, ¿porqué para ésta no?

Por este motivo he de volver al segundo punto. Nos hemos acostumbrado a consumir productos de, cada vez, peor calidad. Nos están maltratando. Y lo peor es que nosotros seguimos sin hacer nada. Es triste, pero nuestro conformismo nos ha llevado a este punto. ¿Es tarde para solucionarlo? Ni soy un adivino, ni poseo una bola de cristal. Pero, desde el punto más básico y elemental del marketing empresarial, si un producto es malo, o te las ingenias para venderlo de la forma que sea, o no se lo enchufas ni a un girasol. Y si no se vende el producto, hay que buscar soluciones. Éstas pasan desde buscar materias mejores hasta, en un caso de ineptitud severa (como es este caso), vender la empresa a otros gerentes, para que, al menos en apariencia, intenten cambiar la situación (que lo hagan mejor o peor que los anteriores dueños ya es otro cantar). Ahora vendría la pregunta de «¿y cómo hacemos para que recapaciten o vendan la empresa?», pero ya está explicado de manera concisa y clara. Concretamente, al final del segundo punto.

Expuestos las tres acusaciones, con las pocas palabras que me quedan sólo puedo formular una reflexión. Si entre todos estamos destrozando todo lo que un día fue tan glorioso como admirable, ¿porqué seguimos diciendo que somos del Atleti hasta la muerte? Si nuestros sentimientos son reales, empecemos a luchar de verdad por ellos.

¡¡¡AUPA ATLETI!!!

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